Ricardo, un tipo que siempre fue muy servicial y educado va caminando por la calle cuando de repente cae al suelo debido a un ataque al corazón y muere.
Como toda buena persona, Ricardo va al cielo. Al llegar le abre la puerta San Pedro y le dice:
– Bienvenido seas hijo.
Ricardo le dice a San Pedro:
– Oye Santo, yo no debería estar aquí todavía…
Pregunta San Pedro:
– ¿Por qué hijo mío?
– No estaba preparado. Dejé a mi familia en mal estado y quisiera arreglar eso antes de venir y por lo tanto te pido que me dejes regresar a mi casa.
– Puedes regresar, pero únicamente convertido en un animal doméstico.
Ricardo, se queda pensativo unos segundos y dice:
– Está bien, regresaré en forma de gallina, ya que en mi casa tengo muchas.
Llega a su casa convertido en una hermosa gallina de plumas blancas. Al caer en el gallinero las otras gallinas quedan asombradas y se le
acercan formando una rueda, diciendo cosas muy bonitas de la gallina recién llegada, pero como en todos los lugares, llega una gallina
envidiosa que dice:
– Tienen razón, esta gallina es muy bonita, pero es muy probable que no pueda poner huevos.
Ricardo queda asombrado por el comentario, y en ese momento todas las gallinas empiezan a gritar:
¡Que ponga un huevo! ¡Que ponga un huevo!
Ricardo asustado empieza a empujar hasta que de repente, y para su asombro, pone un huevo.
Todas las gallinas capitaneadas por la envidiosa, gritan felices:
– ¡Que ponga otro!, ¡Que ponga otro!
Ricardo, ya en trance, y emocionado sigue empujando hasta poner otro huevo. Las gallinas, en el colmo del paroxismo, gritan nuevamente:
– ¡Que ponga otro! ¡Que ponga otro!…
Cuando, de repente, Sofi, la esposa de Ricardo aparece y sacudiendole le dice:
– ¡Ricardooooo despiértate! ¡Te estás haciendo caca en la cama!