Dos hombres jugando golf y en eso pasa un cortejo fúnebre cerca del campo.
Uno de los dos se quita el sombrero y se lo pone en el pecho respetuosamente.
– ¡Jamás había jugado con alguien con tanta sensibilidad y calidad humana! Nunca había visto hacer eso a nadie.
– Bueno, la verdad es que después de treinta años casado con ella creo que era lo menos que podía hacer.