Un tío va al médico y le comenta:
– Doctor, tengo el siguiente problema: cuando hago el amor con mi mujer, me da la impresión de que no siente nada. Algunas veces incluso se duerme… ¡figúrese!.
– Eso tiene una explicación científica. Algunas mujeres cuando se excitan se acaloran tanto, que les es imposible sentir nada. Trate de hacerle el amor y abanicarla al mismo tiempo.
– ¡Gracias, Doctor!.
Y esa noche así lo hizo, pero cuando atendía al abanico, no atendía a lo otro. Así que contrató a un negro para que la abanicase, mientras él le hacía el amor.
– Dale, negro. ¡Abaníca!. ¿Sientes algo ahora, mi amor?.
– No, nada.
– ¡Más fuerte, negro!. ¡Carajo!. ¿Y ahora, cariño?.
– Nada, nada…
– A ver, negro. Dame para acá el abanico y tú dale a ella.
El negro se pone encima de la mujer y empieza con lo suyo, mientras el marido la abanicaba.
– ¿Y ahora, amor, sientes algo?.
– ¡¡¡Sííííí… ahora sííííí… ahhhh… AHHHH…!
– ¿Ves, negro?. ¡Así se abanica!