Va un enano en un tren con dirección a Sevilla, y anuncian por megafonía:
– Atención, señores pasajeros. Este tren no efectuará la parada prevista en Córdoba por problemas mecánicos.
Entonces, el enano se echa a llorar. En esto, había por allí un legionario, que al verlo llorar se le acerca, y le dice:
– Oye enano, ¿por qué lloras?.
Y le dice el enano:
– Lloro porque acaban de anunciar que el tren no para en Córdoba, y tengo que ir al entierro de mi padre.
– No te preocupes. Por mi madre y por la patria que tú te bajas en Córdoba -le dice el legionario- vamos a hacer una cosa, cuando lleguemos a Córdoba, te cojo por los hombros y te saco por la ventanilla. Entonces tu echas a correr, y cuando alcances la velocidad del tren te suelto y así todo va bien.
Cuando llegan a Córdoba, el legionario trinca al enano por los hombros, lo saca por la ventanilla, el enano echa a correr, lo suelta, y vuelve a su sitio.
Al cabo de media hora, al legionario tiene sed y se va al vagón-bar. De repente, ve al enano llorando desconsoladamente, se le acerca y le dice:
– Oye enano, ¿no te habías quedado en Córdoba?.
– Si -le dice el enano lloroso-, pero es que dos vagones más atrás, había otro legionario fumando por la ventana, que al verme corriendo dijo:
– Tranquilo enano, que por mi madre y por la patria que tú aquí no te quedas.