Un hijo llama a su padre que estaba de viaje a las 3 de la mañana:
– Papá, se murió tu loro.
– ¡¿Qué?! ¿!Se ha muerto mi loro?!
– Sí
– Y, ¿de qué ha muerto?
– Por comer carne podrida de uno de tus caballos muertos.
– ¡¿Qué?!¿Que mis caballos también han muerto?
– Sí, se cansaron de cargar agua.
– Pero, ¿por qué cargaban agua los caballos?
– Ah, para apagar el incendio.
– ¿Incendio? ¡¿Qué incendio?!
– El que se originó por culpa de una vela.
– ¿Velas? Pero si tenemos un montón de luces en casa?
– Ya, pero era por el entierro de la abuela.
– ¿¿!!La abuela muerta!!?? ¡¡Pero si estaba perfectamente!!
– Sí, pero vino de visita de madrugada, creí que era un ladrón y le disparé.
– Pero…. pero…. pero…..
– Jo, papá, como te pones por un simple loro, ¿no?